17 octubre, 2007

Thule, una editorial cuesta abajo

Quiero comentar un suceso muy lamentable que me ha ocurrido con la editorial Thule, y lo hago sobre todo como aviso a navegantes, para que a nadie le vuelva a ocurrir, para que sepamos escritores e ilustradores qué formas de actuar se pueden encontrar en ocasiones en determinadas editoriales como la citada.
Veréis, A.S. editora de Thule, me encarga una traducción en verso del inglés al español, El libro inclinado para más señas. Podréis imaginar mi ilusión. Inmediatamente me pongo a trabajar dejando otros proyectos y dedicándole muchas horas de esfuerzo, pues había que combinar el sentido literal, métrica, rima, ritmo y el tono irónico, además de pelearme con un texto difícil del inglés coloquial hablado en el New York de principios del siglo XX. A todo esto aclaro que no se firma ningún contrato, ni sé lo que voy a cobrar, no era para mí lo más importante. Termino la traducción antes del plazo señalado verbalmente y se la envío a A. al cabo de varias semanas me comunica por email que el director editorial considera que la traducción no se ajusta a sus expectativas. Imaginaos cómo me quedo, con un daño moral tremendo por varios motivos. La llamo por teléfono y le pido explicaciones, las suyas, no las del director, ya que ella es la que genera el encargo y ella ha de responder y no escurrir el bulto (aquí podréis observar la profesionalidad de la editora). Le digo que no puede dar carpetazo con un lacónico no cubre las expectativas a tres semanas de trabajo intenso, a un esfuerzo intelectual importante. Señalo que no me han dado opción de revisión del texto, ni argumento alguno en su contra, no hay respuestas argumentadas, ni elementos de juicio sobre la traducción. Ante mi petición de reconsiderar la decisión editorial y retomar el trabajo a partir de razonamientos argumentados, silencio. Le digo que la traducción es bastante digna y así lo pienso, que todo encargo aunque no sea publicado conlleva una remuneración económica o compensación. Su respuesta, el silencio. Apunto que puedo entender que mi traducción no sea de su gusto, pero que al menos merezco una respuesta sobre ella y que voy a escribir una carta al director para pedir las explicaciones pertinentes. Pone el grito en el cielo y entonces dice que mañana mismo las tendré por correo electrónico... En fin no quiero cansaros, sólo apuntar que han jugado con mi tiempo, con mi dignidad y lo que es peor con mis ilusiones.
Moraleja: Quien trabaje con Thule que pida un contrato ( no como yo) , y se ponga a trabajar cuando lo tenga firmado pues la palabra de esa gente no vale nada y su credibilidad profesional ha quedado bajo mínimos. Estas actitudes no les beneficia en nada en el ámbito editorial ni personal, más le valiera tratar a los demás con un mínimo respeto. Ahora, lo que sí hice fue registrar en la propiedad intelectual la traducción. Por justicia debía contaros todo esto, antes que nada está mi propia dignidad personal, callar es lo más fácil y lo menos arriesgado pero también lo más cobarde. Un saludo y gracias por leerme.

9 comentarios:

Sàlvia dijo...

M'he quedat bocabadada. Quina "putada", Pedro. Has fet molt bé de fer-ho públic, doncs també als lectors i, com no, als bibliotecaris ens interessa tot aquest entramat editorial. La professionalitat de l'editorial, en tot el seu conjunt, fa aigües. Una cosa és el negoci i altra jugar amb la gent, amb el seu temps i les seues il·lusions.

Em sap greu que t'haja passat açó. Enregistrar la traducció ha estat una mesura intel·ligent.

Continua amb els teus altres projectes, que són molt interessants. "Tu vales mucho, nene".

Una forta abraçada i bon cap de setmana familiar
Sâlvia

Anónimo dijo...

Te felicito amigo, pocos se atreven a denunciar este tipo de trato. El miedo a que no les publiquen otras cosas hace que callen.

Jesús Marín Mateos dijo...

Muy bien hecho, si todos fuéramos así otro gallo cantaría.
Las editoriales se creen que pueden hacer con los traductores encaje de bolillos......como si traducir poesía fuera coser y cantar.
Saludos.

Anónimo dijo...

Hola, Pedro, esperemos que todavía haya tiempo para arreglar la situación. Que haya sido un malentendido... Al menos, te lo deseo.

Yo soy traductor de profesión, así que, por si le sirve a alguien, dejo algunas notas.

No se debe empezar a traducir nunca sin contrato, PERO un contrato verbal es tan válido como uno firmado en papel. Tiene la misma validez legal. Y te permite exigir una compensación económica. Nadie puede encargar un trabajo y no pagarlo sin explicaciones ni oportunidad de revisión. Oralmente, tampoco (aunque, por prudencia, no se debe trabajar hasta haber visto el contrato). Varios jueces han dictaminado, en casos similares, que para no pagar hay que a) demostrar objetivamente la supuesta deficiencia del original y b) haber dado oportunidad para corregir. No vale ampararse en un "No me ha gustado".

En los contratos firmados, es habitual que haya un apartado de revisión de la editorial. Pasa porque comuniquen el aspecto con el que están descontentos y den la oportunidad al traductor de revisar, corregir, repetir, etc., lo necesario, dentro de un plazo de tiempo estipulado de antemano. Eso deja margen a la subjetividad, pero menos de lo que aquí se ha expuesto. Deja poco margen a la arbitrariedad.

Otra cuestión importante es que, en los trabajos complejos, los que requieren adaptación, conviene (a todas las partes) hacer una prueba. Eso permite ajustar mucho mejor el resto. Y al traductor le vale la pena pedirlo así y esperar la conformidad (o disconformidad) antes de completar el trabajo. Porque puede ocurrir que, sin necesidad de llegar a mayores y con una respuesta amable y razonada (como debe ser), el editor crea conveniente tomar otro enfoque general y eso obligaría a rehacer todo el trabajo.

Enlaces de asociaciones de traductores:
ACEtt:
http://www.acett.org/
(Tiene muchos materiales e información sobre contratos)
ASETRAD:
http://www.asetrad.org/
(Más general, no específica de traductores de libros)

Un abrazo y suerte,

Gonzalo

Anónimo dijo...

Hola Pedro, me sucedió algo similar con una joven editorial madrileña, el lazo amical con el editor me dio confianza y por supuesto nunca hubo contrato. Primero hubo un texto de prueba y todo bien. Luego me proponen otro texto y después de haber pasado más de veinte días trabajando exclusivamente en ello y habiendo hecho ya un tercio del total, el director de la editorial dice que el proyecto no va porque mi traducción no le gusta. Es su derecho y lo respeto, pero ¿quién me paga el tiempo y la energía pasados en ello? Menudos individuos y menudas editoriales. Como suponía, pero más pronto de lo que creí, editor y director han terminado por separarse después de propinarse puyas y puñaladas y darse unas cuantas buenas dentelladas.

Txetxu dijo...

eñalar que Arianna Squilloni no trabaja ya en Thule

Darabuc dijo...

Anónimo: Ese "por supuesto" es una barbaridad. No, por supuesto, no se traduce sin contrato. Y aun así, una traducción entregada, se paga; si la editorial no está conforme, que te dé la oportunidad de corregirla, y solo entonces, y si demuestra que incluso corregida es de pésima calidad, puede negarse a pagar. Presenta una factura y exige su cobro.

Insisto: Uno tiene derechos, aunque no lo sepa.

MadHatter dijo...

No espereis de un joven como yo, que ya en plena Galaxia Marconi diga: Menudos hijos de puta. Sí, son unos hijos de puta y poco a poco va revocando la ilusión de ver un libro bajo mi nombre publicado, pero lo mejor que se puede hacer en estos casos es compartir. Internet es el mejor medio para compartir.

SHEMHAMFORASH

Arly Jones dijo...

Acabo de leer esto Pedro, también los comentarios que siguen a continuación de tu texto y no te quepa duda de que es lo mejor que puedes hacer, denunciarlo públicamente.
Los que trabajamos en estos medios debemos comunicar este tipo de cosas.
Me parece un acto de valentía y te lo agradezco.
Arly.

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